La Caída de Elon Musk: Un Romance Político en Declive
La relación entre el presidente de Estados Unidos y Elon Musk, considerado el hombre más acaudalado del planeta, está llegando a su fin. En esta ruptura,el verdadero perdedor es Musk.
Un Ascenso Rápido y una Caída Abrupta
Elon musk experimentó un ascenso meteórico que se ha desvanecido con la misma rapidez. Como un Ícaro moderno, se lanzó a nuevas alturas sin comprender completamente los riesgos involucrados, acercándose peligrosamente al sol de la fama hasta que fue demasiado tarde para darse cuenta de las consecuencias.
A pesar de haber firmado contratos federales significativos y tener la posibilidad de obtener más en el futuro, su reputación como innovador brillante —una imagen que había cultivado para atraer inversores hacia sus ambiciosos proyectos— ha quedado gravemente dañada. Antes admirado como una figura similar al superhéroe Tony Stark del universo Marvel, ahora enfrenta un creciente descontento público.
La reacción del Público y las Ventas en Declive
Muchos propietarios orgullosos de vehículos eléctricos tesla están reconsiderando sus decisiones; algunos incluso han comenzado a vender sus coches o a colocar notas disculpándose por su elección. Las cifras reflejan esta tendencia: las ventas han disminuido notablemente.
Musk no es un caso aislado; otros magnates han intentado influir en Washington antes que él. Durante la Edad Dorada estadounidense, millonarios buscaban ganarse el favor del Senado para moldear leyes y aranceles. Sin embargo, con crisis económicas y conflictos mundiales como telones de fondo históricos, los hombres de negocios comenzaron a prestar atención al papel cada vez más influyente que desempeñaba la Casa Blanca.
A diferencia de estos predecesores que operaban dentro del marco establecido por Washington —con roles bien definidos— Musk eligió romper con esa tradición. Su estilo audaz lo llevó a ser una figura controvertida e incontrolable dentro del entorno político estadounidense.
Desafíos Internos y críticas Abiertas
Desde su llegada al gobierno bajo la administración Trump, Musk no mostró intención alguna de someterse a las normas tradicionales. Con su hijo pequeño sobre los hombros durante eventos públicos o utilizando plataformas sociales para promover ideas radicales sobre reducción presupuestaria mediante métodos poco convencionales —como usar una motosierra— generó caos administrativo al interferir con sistemas informáticos gubernamentales e identificar empleados públicos considerados prescindibles.
Al principio recibió apoyo presidencial; Trump expresó públicamente su satisfacción con las iniciativas impulsadas por Musk. Sin embargo,este respaldo se tornó frágil cuando Musk comenzó a criticar abiertamente políticas clave del presidente repetidamente desde su plataforma X (anteriormente Twitter).Sus comentarios sobre inversiones masivas en inteligencia artificial realizadas por Sam Altman —su rival declarado— así como críticas hacia programas sociales establecidos erosionaron rápidamente cualquier buena voluntad acumulada.
Su falta de remordimiento ante despidos masivos también provocó tensiones internas significativas dentro del gabinete presidencial; muchos miembros se sintieron ofendidos por sus ataques directos e insubordinación respecto al protocolo establecido en la Casa Blanca.
El Punto Sin Retorno
El punto culminante llegó durante lo que debería haber sido un triunfo político: una donación significativa destinada a apoyar candidatos republicanos resultó contraproducente al movilizar votantes demócratas en Wisconsin durante unas elecciones cruciales. Este revés dejó claro que Elon Musk había pasado de ser un activo valioso para Trump a convertirse en un lastre político indeseable.
Poco después se filtraron rumores sobre planes presidenciales para distanciarse formalmente del empresario tecnológico; esto fue confirmado cuando Trump optó por reemplazarlo con otro candidato menos polémico para posiciones clave dentro del gobierno federal.
En abril siguiente, tras reconocer problemas internos graves dentro Tesla —donde informes sugerían posibles cambios ejecutivos debido a caídas drásticas tanto en ventas (un 20% menos) como ganancias (una caída alarmante del 70%)— anunció públicamente su decisión reducir compromisos gubernamentales enfocándose nuevamente en mejorar resultados empresariales críticos mientras lidiaba con desafíos competitivos crecientes frente fabricantes automovilísticos rivales como BYD desde China.
Aunque otras empresas bajo el ala empresarial de Musk como SpaceX continúan prosperando gracias a contratos gubernamentales sustanciales relacionados principalmente con exploraciones espaciales o servicios satelitales mediante Starlink –que ahora tiene acceso potencial significativo hacia subsidios estatales– queda claro que estas oportunidades podrían haberse materializado independientemente si él no hubiera estado involucrado directamente en política activa.
La lección aquí es clara: en el sistema democrático estadounidense no hay espacio real ni funcionalidad efectiva para figuras autoproclamadas fuera del proceso electoral tradicional ni nombramientos formales requeridos constitucionalmente.
Musk pensaba poder desafiar esta norma establecida pero terminó siendo víctima precisamente porque ignoró dicha realidad fundamental.
David Nasaw es profesor emérito historia contemporánea CUNY Graduate Center autor próximo libro The Wounded Generation: Coming Home After World War II.