Fallece Raúl Barboza, Maestro del Chamamé
Un Legado Musical que Trasciende Fronteras
El reconocido compositor y acordeonista Raúl Barboza, una de las figuras más emblemáticas del chamamé, ha fallecido a los 87 años en París, donde residía desde hace más de diez años. La triste noticia fue confirmada por su representante en Argentina, Alberto Felici, a través de un mensaje en redes sociales: «¡Hasta siempre, Raúl! En mi carácter de productor artístico y tras recibir una comunicación telefónica desde París por parte de su esposa Olga Bustamante, lamento informar el fallecimiento del Maestro ocurrido esta tarde».Felici también expresó su agradecimiento a quienes apoyaron la carrera de Barboza: «Agradecemos el acompañamiento que le brindaron durante toda su actividad profesional. Les enviamos un abrazo y seguiremos informando sobre cualquier novedad».
Reconocimientos Internacionales
Raúl Barboza se estableció en Francia en 1987 pero regresaba frecuentemente a Argentina para ofrecer conciertos. Su talento fue reconocido con distinciones como el título de Caballero de las Artes y las Letras en Francia y Doctor honoris Causa por la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) en 2024. Además, recibió el Grand Prix du disque Accademie charles de Francia.
Con más de siete décadas dedicadas a la música, Barboza fusionó lo clásico con lo moderno. su estilo único se caracterizó por una profunda conexión con sus raíces culturales mientras exploraba nuevas sonoridades contemporáneas.
En relación con Argentina, compartió: «Siempre late dentro mío. Pero siento que viví otra época; antes salíamos a tocar y regresábamos caminando a casa. Hoy hay que estar encerrado debido al contexto actual». A pesar del estrés asociado al trabajo musical en su país natal debido a factores económicos como la inflación del dólar argentino, encontró tranquilidad viviendo modestamente en París.
trayectoria Musical destacada
Nacido en Buenos Aires en 1938 dentro de un entorno musical —su padre Adolfo barboza fue pionero del chamamé— comenzó su carrera muy joven; recibió su primer acordeón cuando tenía solo seis años. A los doce ya grababa con el conjunto correntino Irupé y ganó notoriedad bajo el apodo “Raulito El mago”. En los años 50 se unió al trío Julio Luján antes de formar su propio grupo musical.
Su primer disco salió al mercado en 1964 gracias a una invitación para participar junto al renombrado Ariel Ramírez en el espectáculo «Esto es Folklore» así como la célebre Misa Criolla.
Durante dos décadas recorrió escenarios destacados no solo argentinos sino también brasileños y paraguayos; además fue pionero entre los artistas del género al realizar giras por Japón. En Europa continuó cosechando éxitos junto a grandes figuras como Mercedes Sosa o Astor Piazzolla.
Uno de sus momentos culminantes ocurrió cuando actuó frente al público parisinoen Trottoirs De Buenos Aires —un famoso local tanguero respaldado por Julio Cortázar— quien le abrió puertas para difundir el chamamé europeo: “Él me dio la oportunidad para mostrar mi música”, recordó emocionado.
Aunque sus inicios fueron difíciles —tocando principalmente bares— nunca cedió ante las presiones comerciales ni aceptó tocar tangos o valses franceses porque había dejado Argentina precisamente para evitar esa música popularizada.
Innovación Continua
A lo largo de su trayectoria artística destacó no solo por ser intérprete sino también innovador; transformó el sonido tradicional utilizando acordeones diatónicos con cuatro hileras creando nuevas texturas sonoras dentro del chamamé contemporáneo. Uno sus últimos trabajos discográficos titulado París Souvenirs latinoamericanos, lanzado este año (2023), abarca géneros diversos desde milonga hasta cumbia latinoamericana junto al músico Daniel Díaz.
La vida e impacto cultural que dejó Raúl Barboza han sido documentados recientemente mediante dos producciones cinematográficas: El sentimiento abrazar (2017) dirigido por Silvia Di Florio y La voz del viento (2022) realizado por Daniel Gaglianó. Su último concierto tuvo lugar este marzo pasado durante La Vieja Usina ubicada paraná Entre Ríos donde estuvo acompañado nuevamente por quinteto Magma.
barboza reflexionaba sobre cómo aprendió arreglos musicales oralmente durante toda su carrera hasta llegar finalmente aprender notación escrita mientras residía fuera: “He sido un músico ‘orejeador’”, confesaba recordando aquellos días iniciales llenos experiencias enriquecedoras entre comunidades indígenas guaraníes e influencias musicales locales que marcaron profundamente tanto él como artista integralmente comprometido hacia preservar identidad cultural argentina ante todo desafío globalizado actual.