«What I missed of Argentina is medialunas, the best of the world». Con vestigios de castellano, el sudafricano Theophilus Doctorson Khumalo (57), más conocido como «El Doctor Khumalo», confiesa que lo que más extraña de su paso por Buenos Aires como jugador de Ferro Carril Oeste. En 1995 debutó con un golazo a Independiente, recuerda otro gol en un partido de Sudáfrica contra la Argentina, la dura adaptación, el crimen de su padre, el apoyo de Nelson Mandela y su asombro por la técnica de los masajes en Caballito.
El torneo Apertura 1995 cerraba el año y tenía como novedad ser el primero que entregaba tres puntos al ganador y uno al empate -como en la actualidad- para evitar la especulación de la igualdad. Un año antes había desembarcado el camerunés Alphonse Tchami en Boca y la novedad del mercado de pases de ese año fue la llegada del primer futbolista de Sudáfrica a la Argentina.
Hay un mito respecto al arribo del Doctor Khumalo, que hoy es derrumbado por su ex representante. Con la número 15 en la espalda, el mediocampista fue titular contra la Argentina de Passarella en el primer partido de Sudáfrica contra la Selección, el 13 de mayo de 1995.
En las tribunas estaba Nelson Mandela (1918-2013), flamante presidente después de 27 años como preso político, y a los 19 minutos Khumalo aprovechó un error defensivo de Nelson Vivas,en complicidad con Roberto Ayala, y metió el gol para hacer delirar al Ellis Park de Johannesburgo. Argentina empató a diez del final en el mismo escenario que un mes más tarde Sudáfrica sería campeón mundial de rugby, en un hecho que inspiró al periodista y columnista de Clarín, John Carlin a escribir «El factor Humano», pero esa es otra historia.
En 1992 había caído el apartheid en Sudáfrica, el régimen de segregación racial que impuso por décadas una minoría blanca, y FIFA levantó las sanciones por los que «Bafana Bafana» pudieron volver a competir de forma internacional. Así llegó el amistoso por el día de la independencia sudafricana con Argentina. La leyenda que todavía recorre Caballito es que Khumalo llegó a Ferro por ese partido pero hay otra versión.
«La operación vino de rebote. Traje a Philemon Masinga a River porque pensé que a Passarella le iba a gustar pero ni lo probaron. En un restaurante conocí a (Felipe) Evangelista -presidente de Ferro- y me preguntó por algún crack. Ahí le dije que uno de los mejores de Sudáfrica era Doctor Khumalo, le mostré los videos y a la semana estaban viniendo a Buenos Aires», revela Marcelo Houseman, ex representante de Khumalo
Houseman, hermano de René (1953-2018) -campeón en el Mundial de 1978-, sigue vinculado a la búsqueda de talentos en África. Hoy representa a Amara Diouf, una joya de Senegal que el año pasado amargó a la Argentina con dos goles en el Mundial Sub-17 de Indonesia, pero en ese momento deslumbró con la llegada de Khumalo.
En 1995, Ferro era dirigido por Rodolfo Motta (1944-2014). «Me pidió jugadores de nivel de selección. Era un sueldo que se podía pagar. Cuando uno no tiene un presupuesto importante uno trata de arreglarse», recuerda Felipe «Toto» Evangelista, por entonces presidente del Verdolaga.
Con todo arreglado, a Doctor Khumalo le llegó la oferta para jugar en el Ricardo Etcheverri de Caballito. «Recibí un llamado de Marcelo Houseman para decir que había un equipo en Argentina que quería que jugara para ellos. Acepté porque era un crecimiento. Veía a Diego (Maradona), (Gabriel) Batistuta, (Claudio) Caniggia. Argentina era uno de los mejores países que me gustaba mirar porque jugaban el fútbol que me gustaba jugar. Cuando me dijeron que estaba la posibilidad de jugar en Argentina estaba muy emocionado», le cuenta Khumalo a Clarín del otro lado del teléfono.
De la barriada de Soweto, Khumalo pasó a un hotel en Once. El sudafricano fue alojado en el «Eleven Palace», en La Rioja 87, a metros de Plaza Miserere, dato que confirmaron a este diario desde la «Ferropedia». Uno de sus compañeros de plantel, Néstor Lorenzo (hoy entrenador de la Selección de Colombia) que había pasado por el fútbol inglés, oficiaba de traductor en el club. También lo ayudaba con el idioma el embajador de Sudáfrica en Buenos Aires.
«Las primeras dos semanas fueron difíciles en Argentina. No entendía, estaba lejos de casa, me alojaba en un hotel, iba al restaurante y no sabía cómo leer el menú. Era difícil ordenar la comida, los meseros no hablaban inglés. Tuve que aprender, pagué un cocinero, pero mis compañeros colaboraron y siempre le agradecí al presidente que también me ayudó mucho», rememora Khumalo, hoy comentarista en la televisión de Sudáfrica.
Entre risas, remarca su evolución en el lenguaje y también sus caprichos culinarios: «De a poco aprendí a ordenar ‘carne con pollo’, ‘medialunas’ también. Aprendí un poco de español y podía decir: ‘Este frío’. Mi español fallaba pero disfrutaba Argentina. Empecé a entender a mis compañeros y después de un mes, me conocían los empleados del hotel, iba al restorán, era muy lindo».
El debut con gol de Khumalo y la invitación a Tribuna Caliente
En la primera fecha del Apertura y con la 10 en la espalda, el 6 de agosto de 1995 Khumalo fue protagonista. A los 33 minutos le hizo un gol desde un ángulo casi imposible al arquero paraguayo César Velázquez de Independiente. En el inicio del segundo tiempo Javier «La Chancha» Mazzoni empató en Caballito.
En la crónica, Khumalo fue destacado con seis puntos en Clarín: «El sudafricano Doctor Khumalo arrancó bien en Ferro. Fue prolijo con la pelota. No cayó en la tentación de tirar pelotazos y convirtió un gol. Una molestia en la ingle le impidió completar el partido. Néstor Lorenzo solo jugó 15 minutos porque sufrió un tirón en el aductor. Aldo Paredes cumplió con la marca pero le faltó decisión para pasar al ataque y Sergio Sánchez no tuvo peso ofensivo».
El día posterior a su debut con gol frente al Rojo, fue el primer invitado en el programa Tribuna Caliente. Con traductora mediante, respondió las preguntas de Antonio Carrizo, Julio Ricardo y Ernesto Cherquis Bialo, entre otros. Dijo que pertenecía a la etnia Zulú, que le gustaba Mandela y que no conocía a Ferro antes de ser adquirido.
En la televisión contó que le decían «Doctor» como abreviatura de su nombre Doctorson. Y reveló que su padre le había puesto así porque había intentado ser médico en Sudáfrica pero no tenía recursos económicos para costear la carrera.
El boom de Khumalo también se diseminó entre los lectores de Clarín. A fin de ese mes arrancaba la segunda edición del Gran DT y varios participantes pusieron a Khumalo en el equipo que se enviaba por carta, ilusionados con un arranque prometedor de un delantero de un precio económico. Pero un empate con Lanús en la segunda fecha y la derrota en Caballito contra Newell’s en la tercera, lo marginaron al banco en la visita a La Bombonera, una foto que se repitió a hasta diciembre.
«Lo más difícil fue la adaptación al fútbol de Argentina. Era muy físico, tenías que estar fuerte. Cuando llegué a Argentina me entrenaba tres veces al día durante dos meses porque decían que no estaba físicamente preparado. Entrenaba a las seis de la mañana, me unía al equipo a las 10, y volvía a entrenar a las 16. En un mes ya tenía un gran cuello, muchos músculos y un gran tamaño, por eso no jugué algunos de los partidos. Cuando volví a Sudáfrica mi padre no me reconoció en el aeropuerto, estaba muy grande, con músculos. Eso me gustó», dice Khumalo.
Solo estuvo seis meses en Argentina y jugó un puñado de partidos. De la mano de Carlos Bianchi, ese torneo lo ganó Vélez Sarsfield y Ferro terminó en el puesto 17 de 20, con tres victorias, ocho empates, ocho derrotas y 21 goles a favor, uno de Khumalo.
«Me hubiera gustado quedarme cinco años, mínimo tres años al menos», asegura a la distancia. Por acusaciones cruzadas en las que ya no vale la pena indagar, el Kaizer Chiefs FC de Sudáfrica no recibió el pago completo, FIFA intimó al club a dejar al jugador libre y Khumalo siguió su carrera en el Columbus Crew de la incipiente MLS de Estados Unidos, en la que ahora juega Lionel Messi.
«Me gustaría volver a Argentina, se lo dije a mi esposa. Tengo que ir una semana o dos, relajar, mirar partidos, ir a Ferro solo a visitar. Me encanta visitar Argentina. Una cosa que extraño de Argentina son las medialunas, las mejores en el mundo. Números dos, la carne, la mejor carne del mundo», enumera el crack sudafricano que no tema decir que no le gustó el mate: «No sabía si era un té o una bebida fría».
En 1996, integró el plantel que ganó la Copa Africana de Naciones y más tarde se clasificó a Francia 1998, donde entró en el segundo tiempo del último partido de la fase de grupos en el 2 a 2 contra Arabia Saudita. «Fuimos readmitidos en 1992 y en cuatro años ganamos la copa y clasificamos al Mundial. Ese era mi sueño y lo cumplí», afirma el Doctor.
Un año después de su debut en Ferro a Khumalo le llegó el peor momento de su vida. Jugaba en el Columbus Crew de Ohio y el 27 de agosto de 1996 recibió un llamado con una trágica noticia.
Su padre, Eliakim Khumalo (1940-1956), famoso exjugador de fútbol de los Kaizer Chiefs al que llamaban «El Profesor», fue asesinado en Soweto en el intento de robo de su Volkswagen Jetta. La prensa sudafricana se hizo eco de la noticia y la contextualizó dentro de los 8.500 violentos intentos de robos de autos del año en Johannesburgo.
También publicaron una carta de Mandela a la madre del ex jugador de Ferro. «Me enteré conmocionado del ataque fatal contra su marido ayer. Eliakim era un ejemplo y un modelo a seguir para todos los jóvenes de este país, especialmente para los relacionados con el fútbol. Su muerte es una pérdida trágica para todos nosotros. La Policía no escatimará esfuerzos para garantizar que los autores de este hecho sean llevados ante la justicia. A usted y a su familia, le transmito mis sinceras condolencias en este momento de dolor y pena».
En diálogo con Clarín, Doctor Khumalo habla de más que una carta presidencial de Mandela, que en 1993 ganó el Premio Nobel de la Paz: «Cuando le dispararon a mi padre, Mandela fue hasta la casa de mi madre, vino a dar los respetos, nos abrazó. Fue un momento muy duro».
Aunque prefiere no ahondar en el tema, asegura que al año siguiente detuvieron a dos personas por el homicidio. Tras el crimen, Khumalo volvió al Kaiser Chiefs, equipo en el que se retiró en 2004 y donde ostenta el récord de cantidad de partidos jugados.
Embajador del Mundial, el amor por Ferro y la sorpresa por los masajes con jabón
Tras su paso por Ferro, Khumalo quedó enamorado del club de Caballito. En 2009, un año antes de la Copa del Mundo de Sudáfrica, el crack visitó Buenos Aires como embajador del Mundial en un evento organizado por la embajada de ese país.
Hubo un cóctel en Puerto Madero, pero el Doctor pidió ir a Ferro. «Lo querían llevar a River y a Boca y él quería venir a Ferro. Incluso pidió ir a Pontevedra para dar una charla a los jugadores de inferiores», revela Evangelista, el ex presidente del club. Recuerda como los autos diplomáticos de la embajada de Sudáfrica sorteaban los tachos naranjas de la obra de repavimentación de la Ruta Provincial 21 en el Oeste del conurbano para llegar al campo de deportes donde Ferro entrena a las inferiores.
Con intérprete mediante dio una charla. «Quería ver a los chicos que estaban entrenando en la academia de Ferro en Pontevedra y ver qué estaban haciendo. Una cosa que me gustó de las inferiores en Argentina es que entrenan a la mañana y después van a la escuela. El departamento de Educación y de Deportes trabajan juntos, por eso Argentina tiene buenos jugadores», señala Khumalo que en Sudáfrica tiene una academia de fútbol para chicos desde los seis hasta los 19 años.
Terminada la charla, Khumalo hizo un pedido más. Una cena de reencuentro con sus excompañeros, muchos de ellos amigos. «Me encontré con mis excompañeros de Ferro y me trajeron recuerdos de 1995, todos me recordaban, eso es muy lindo. Estaba el presidente, Sergio Sánchez, Carlos Duré, Diego Bustos, Rubén Piaggio, Sergio Rodríguez, Jorge Cordon, Néstor Lorenzo», menciona el exdelantero de Sudáfrica.
La reunión fue en un restaurante que facilitó el empresario y ex dirigente del club Gustavo Palmer. Además del ex entrenador Rodolfo Motta, Khumalo preguntó si podían extender la invitación a una persona del club con la que siempre se había llevado muy bien y que lo había sorprendido por sus técnicas: el masajista Rodolfo «Negro» Rivero.
«Se había quedado sorprendido desde siempre por la costumbre del Negro Rivero de masajear con agua y jabón. Rivero llegó antes que Khumalo a la cena y el pobre Motta lo confundió con el sudafricano», suelta entre risas Evangelista.
En la videollamada con Clarín, Khumalo menciona a Rivero: «No sé si el masajista sigue vivo, pero es verdad lo de los masajes con jabón. La primera vez que me dio un masaje vi cómo el hombre usaba el jabón para masajear las piernas y pensaba: ‘¿Qué es esto?’. Pero me explicó que es más fácil para usar porque hay personas que reaccionan al perfume del aceite y me llevé la costumbre para Sudáfrica».
Rivero tiene 78 años y vive a una cuadra del club. Todos los jueves va a Ferro a jugar al truco y a comer asado, aunque las últimas semanas faltó porque se quebró la cadera. Aún así, revela el secreto de sus masajes que cautivaron a Khumalo. «Con cancha pesada o pasto alto, recomiendo un masajito suave solo en las piernas para que se relajen. Ferro antes tenía baños turcos, Timoteo (Griguol) los mandaba cinco o diez minutos a los baños turcos para ablandarlos. Este chico Khumalo, era una cosa de no creer, porque cuando vino a Ferro nos miramos y nos reímos pero no entendíamos el idioma y me dio un abrazo, salimos a comer porque era un tipazo espectacular», comenta hoy Rivero.
«Cuando terminamos de jugar les hacía el masaje con jabón para aflojarlos porque terminan contracturados. Lleva dos o tres minutos por pierna y los relaja bien. Se que él lo aplicó allá como una novedad, dicen que le fue muy bien», dice el ex masajista sobre la joya sudafricana que pasó por Caballito y que todavía Ferro no olvida.