La Evolución de una Obsesión: De Piñatas a mundos Imaginarios
Un Comienzo Inusual
Desde mis primeros años, la fascinación por las piñatas se apoderó de mí. No puedo precisar su origen, pero recuerdo vívidamente cómo, a la edad de cuatro años, empecé a hablar exclusivamente sobre ellas. Mis días estaban llenos de preguntas incesantes: ¿Qué sorpresas podrían esconder las piñatas? ¿Autitos? ¿Muñecos? ¿Cómo se rompen realmente? Y así continuaba el ciclo interminable de curiosidad.
La Creatividad Desatada
Con el tiempo, mi interés por las piñatas no se limitó solo al diálogo; comencé a plasmarlas en papel. Llené hojas y más hojas con dibujos coloridos que representaban estas coloridas figuras.Mis amigos del vecindario sabían que en mi casa había una piñata lista para ser golpeada al menos una o dos veces por semana. En los días sin piñata real,improvisábamos juegos utilizando bolsas de supermercado llenas con cualquier cosa que encontráramos.
Sin embargo,mis padres decidieron poner fin a esta obsesión mediante un drástico veto: prohibieron cualquier mención o representación de las piñatas en casa. Creyeron que esto me haría olvidar el tema; no obstante, su estrategia resultó infructuosa y turbulenta.
Un Nuevo Interés Surge
Fue entonces cuando llegó «Querida, encogí a los niños». Recuerdo claramente cómo mi padre me entusiasmó con la trama antes de ir al cine esa tarde. La historia giraba en torno a un inventor cuya máquina accidentalmente reduce el tamaño de sus hijos hasta dejarlos del tamaño de un alfiler. A partir del momento en que vi esa película, quedé completamente cautivado por la idea: imaginaba cómo sería ver el mundo desde esa perspectiva diminuta.
Mis preguntas cambiaron radicalmente: ahora indagaba sobre tamaños relativos y cómo objetos cotidianos como fósforos o botones parecerían gigantescos para esos niños encogidos.
El Ciclo Continúa
Al principio mis padres estaban esperanzados ante este nuevo interés; pensaron que finalmente había dejado atrás las piñatas. Sin embargo, pronto comprendieron que mi obsesión había evolucionado hacia otro ámbito igualmente absorbente.
Comencé nuevamente con dibujos y garabatos relacionados con «Querida, encogí a los niños», explorando la relatividad del tamaño y lo fascinante que era imaginarme pequeño entre objetos cotidianos gigantescos. Alquilar la película se convirtió en una rutina casi diaria hasta desgastar la cinta original.
Mis amigos también fueron arrastrados hacia esta nueva aventura; les convencí para cerrar los ojos y desear convertirnos en pequeños héroes capaces de vivir mil aventuras entre flores y mariposas durante nuestras siestas veraniegas.
Nuevas Fijaciones Literarias
En un intento desesperado por redirigir mi atención hacia otros intereses más variados —y quizás menos peligrosos— mis padres me regalaron un libro ilustrado sobre Peter Pan.Sin embargo, este regalo trajo consigo otra obsesión inesperada relacionada con la famosa tabla donde Wendy camina bajo el mando del Capitán Garfio.
Pronto pasé horas hablando sobre tablas e insistiendo para que mi madre dibujara cada detalle posible mientras intentábamos recrear esas escenas icónicas junto a mis amigos usando materiales improvisados como cartones o reglas reales para simular caminar sobre ellas —una actividad peligrosa pero emocionante— hasta ser descubiertos por nuestra abuela preocupada por nuestra seguridad.
De Hamlet al Mundo Real
La siguiente etapa fue marcada por «Hamlet», tras haber visto clandestinamente una adaptación cinematográfica protagonizada por Mel gibson donde quedé impactado especialmente con la escena trágica donde Gertrudis muere tras beber veneno accidentalmente destinado para Hamlet mismo. Este nuevo interés llevó consigo innumerables preguntas e incluso representaciones teatrales caseras utilizando títeres hechos con medias viejas mientras buscaba incansablemente ese cáliz dorado perfecto relacionado con aquella escena memorable.
A pesar del escepticismo inicial ante estos nuevos intereses —como cuando conté emocionado acerca del cáliz obtenido— descubrí nuevas formas creativas para canalizar mis obsesiones sin causar preocupación excesiva entre quienes me rodeaban.
Con cada nueva fijación surgieron desafíos adicionales relacionados tanto con miedos personales como inseguridades propias durante mi adolescencia; lo cual transformó gradualmente aquellas curiosidades infantiles en pensamientos intrusivos difíciles de manejar.
Hoy reconozco haber llegado tarde al diván terapéutico pero valoro enormemente lo aprendido allí respecto al funcionamiento interno detrás “de esta mente pulpo” llena ideas fijas e inquietudes persistentes.
Aunque aún enfrento dificultades relacionadas principalmente alrededor ansiedad social ocasionalmente provocadas debido naturaleza compulsiva inherente dentro mí mismo he logrado encontrar maneras efectivas canalizar creatividad mediante escritura cinematográfica logrando así transformar esas antiguas obsesiones infantiles algo productivo hoy día.El camino ha sido espinoso pero agradezco cada experiencia vivida porque han contribuido significativamente moldear quien soy hoy como individuo creativo capaz explorar múltiples dimensiones realidad contemporánea actualizando constantemente narrativa personal construida desde infancia repleta sueños e ilusiones perdurables aún presentes dentro mí mismo.