La Peregrinación Juvenil a Luján: Un viaje de Fe y Unidad
Contexto Histórico y Motivaciones
A mediados de 1975, Argentina atravesaba una profunda crisis que amenazaba su estabilidad. La combinación de un gobierno debilitado, una economía en colapso tras el estallido inflacionario conocido como el “Rodrigazo”, y un aumento alarmante de la violencia política creaban un ambiente tenso. En este contexto, surgió un grupo de sacerdotes que buscaban canalizar los deseos de cambio entre los jóvenes hacia caminos pacíficos y constructivos, utilizando la religión como herramienta para evitar caer en una dictadura violenta.
El padre Ricardo Larken, parte de esta generación comprometida con la juventud porteña, reflexionó sobre la necesidad urgente de ofrecer alternativas a aquellos jóvenes desalentados. «Era fundamental dar espacio a esa juventud olvidada para transformar la realidad desde el Evangelio y desde la iglesia», escribió Larken. Sin embargo, enfatizó que no se trataba del concepto tradicionalmente asociado con la iglesia —la jerarquía o las alianzas con poderosos— sino más bien del compromiso con los humildes y necesitados.
La Propuesta Innovadora del Padre Tello
En medio de estas discusiones sobre cómo involucrar a los jóvenes en acciones significativas, surgió una idea audaz: organizar una peregrinación juvenil al santuario de Nuestra Señora de Luján. El padre Rafael Tello, teólogo reconocido que trabajaba con grupos juveniles en Buenos Aires, sorprendió a sus colegas durante una reunión al proponer esta caminata simbólica desde Liniers hasta Luján —un recorrido aproximado de 63 kilómetros.
«Cuando escuchamos por primera vez esa propuesta nos impactó enormemente», recordó el padre Raúl Canali sobre su experiencia cuando tenía solo 19 años. Aunque inicialmente dudaron sobre cómo invitar a otros jóvenes a participar en esta travesía nocturna hacia el santuario —donde muchos no tenían experiencia previa— pronto se sintieron inspirados por lo que consideraron un llamado divino.
Desafíos Organizativos y Éxito Inesperado
La idea del padre Tello resonó rápidamente entre diversos grupos juveniles; sin embargo, convencer a las autoridades eclesiásticas fue complicado debido al clima político tenso del país. Elba Romitelli, quien formó parte del equipo organizador original, recordó las dificultades para obtener aprobación oficial: «Queríamos acercarnos a la realidad desde el amor; pedimos ayuda a la Virgen para unirnos». A pesar del escepticismo inicial por parte del cardenal Antonio caggiano —quien permitió pero no autorizó formalmente el evento— los organizadores perseveraron.
Las expectativas eran modestas; se estimaba que alrededor de 2.500 o 3.000 jóvenes participarían en este evento inaugural. sin embargo, lo que comenzó como un pequeño encuentro terminó convirtiéndose en una multitudinaria manifestación espiritual: aproximadamente 30.000 personas marcharon juntas hacia Luján ese día.
Un Encuentro Espiritual colectivo
Sin ningún tipo formalizado de asistencia durante el trayecto ni puestos establecidos para abastecer agua o alimentos, los peregrinos dependieron generosamente del apoyo comunitario local; muchas familias ofrecieron baños e incluso agua fresca mediante mangueras sacadas directamente desde sus jardines. este acto solidario reflejó claramente cómo la comunidad se movilizaba ante tal acontecimiento religioso.
Durante esa primera peregrinación nació también uno de los cánticos más emblemáticos: “A la deré! A la deré! A la derecha por favor”. Marcelo Michel recuerda con alegría cómo «la Virgen logró unir a todos los jóvenes».
El lema inaugural fue “La juventud peregrina a Luján por la Patria”, marcando así un hito significativo dentro del contexto social argentino actual donde aún persiste ese deseo colectivo por unidad y fraternidad entre sus ciudadanos.
Legado Continuo
Cincuenta años después (en su edición número 50), el lema cambió pero no así su esencia: “madre bajo tu mirada buscamos unidad”. Este año se optó nuevamente por otro mensaje esperanzador: “Madre danos amor para caminar juntos”. Así queda claro que aunque han pasado décadas desde aquella primera marcha histórica hacia Luján —que hoy es considerada uno ofrenda colectiva más grande expresada públicamente— sigue vigente ese anhelo profundo por cohesión social entre todos los argentinos.