La Violencia y la Extorsión Apagan la Vida Nocturna en Guayaquil
Un Entorno de Inseguridad
En medio de un clima de violencia desbordante, Guayaquil, el principal puerto de Ecuador, ha visto cómo las mafias han transformado su vibrante vida nocturna en un escenario sombrío. Las amenazas, los tiroteos y los paquetes explosivos se han convertido en una advertencia constante para quienes intentan disfrutar del ocio en esta ciudad costera. La extorsión y los asesinatos han llevado a muchos negocios a cerrar sus puertas,ahogando así la alegría que antes caracterizaba a las zonas más animadas.
El Desplazamiento de la Vida Nocturna
Las luces brillantes y el ritmo contagioso de la música se han trasladado a áreas exclusivas situadas en las afueras de Guayaquil.Estas zonas están protegidas por guardias armados con fusiles y equipados con detectores de metales que vigilan cada movimiento. Propietarios de bares extorsionados comparten su experiencia bajo anonimato; relatan cómo el miedo ha invadido sus vidas cotidianas, donde antes disfrutaban sin preocupaciones del ambiente festivo cerca del océano Pacífico.
Un propietario que regentaba una discoteca dedicada al salsa decidió cerrar su negocio en diciembre pasado tras ser víctima repetida de extorsiones.»Al principio me pedían 50 dólares semanales; luego subieron a 100 hasta que ya no pude seguir», explica resignado. este empresario perdió alrededor de 10 mil dólares debido al acoso criminal y ahora trabaja como taxista.
Estadísticas Alarmantes
Ecuador enfrenta una crisis sin precedentes: más de 5,200 homicidios se registraron hasta octubre del presente año. Según datos proporcionados por Insight Crime, el país es uno de los más peligrosos en América Latina con una tasa alarmante: 39 asesinatos por cada 100 mil habitantes durante este año.En particular, Guayaquil concentra aproximadamente el 30% del total nacional.
La situación es aún más crítica si consideramos las cifras relacionadas con la extorsión: entre enero y julio del presente año se reportaron cerca de 9,422 denuncias por este delito solo en Ecuador; más de 3 mil ocurrieron dentro del puerto guayaquileño mismo. Sin embargo,muchos casos no son denunciados debido al temor a represalias violentas.
Un empresario con dos décadas trabajando en bares recuerda haber recibido un mensaje amenazador hace unos años: «Me quedé paralizado cuando mencionaron a mi familia». Optó por no informar sobre el incidente ante las autoridades e inmediatamente cerró su establecimiento para protegerse.
Consecuencias Fatales para Negocios Reacios
Aquellos que deciden ignorar estas demandas enfrentan consecuencias severas; un restaurante conocido fue objeto reciente (en julio) cuando le lanzaron una maleta cargada con explosivos como advertencia tras negarse a pagar extorsiones. Afortunadamente, la policía logró desactivar el artefacto antes que causara daños mayores.
Ernesto Vásquez, vicepresidente asociativo entre propietarios locales estima que alrededor del 50%de los bares ubicados tanto en el centro como sur guayaquileño ha cerrado sus puertas debido al clima hostil actual: «Antes había unos treinta y ocho bares activos aquí; ahora apenas quedan doce».
A pesar del esfuerzo gubernamental liderado por el presidente Daniel Noboa para combatir esta ola criminal mediante medidas militares y estados excepcionales declarativos desde mayo pasado —cuando diez personas fueron asesinadas dentro una discoteca— parece ser insuficiente frente al poder creciente narcotraficante.
Una Noche Silenciosa
Valeria Buendía solía salir semanalmente junto amigos hacia calle Panamá pero ahora siente miedo ante posibles balas perdidas: “Esto ya no es seguro”. Esta vía turística reconocida oficialmente como “rincón mágico” está vacía cuando cae la noche; solo queda silencio mientras empleados apresuran recoger mesas sillas antes anochecer total.El mayor Rubén Acuña asegura estar trabajando arduamente para garantizar seguridad pública aunque durante varias noches recientes ni rastro visible fuerzas policiales fueron observadas—solo agentes municipales sin armas visibles patrullando áreas turísticas desiertas.»Uno va tranquilo tomando café pero si hay algún delincuente siendo perseguido puede morir él o todos ahí», comenta Alexa Salazar quien también abandonaba rápidamente esa zona peligrosa.
Sin embargo existe otra área rosa donde algunos negocios continúan operando bajo estricta vigilancia privada—los dueños pagan mensualmente sumas exorbitantes (hasta $5 mil) simplemente para trabajar sin problemas adicionales relacionados crimen organizado.mientras tanto Valeria reflexiona sobre cambiar planes hacia Samborondón—a localidad vecina considerada menos peligrosa—donde entre enero-julio reportaron apenas unas pocas denuncias relacionadas delitos graves comparativamente hablando respecto Guayaquil mismo.la Puntilla destaca allí como exclusiva zona residencial amurallada fuertemente vigilada donde algunos empresarios optan mudarse buscando tranquilidad lejos caos reinante actualmente afectando vida nocturna local.
Fuente: AFP