La Dinámica de Roles en el Hogar: Reflexiones sobre la División del trabajo
Un Café con Historia Familiar
se dice que mi abuelo paterno no tenía idea de cómo preparar un café con leche. En contraste, mi padre sí dominaba esta habilidad; disfrutaba de colar un café artesanal utilizando un filtro de tela que hoy podría considerarse vintage. Sin embargo, su destreza no iba más allá. En cuanto a mí, soy quien se encarga de cocinar en casa. No busco halagos por ello; simplemente me gusta y disfruto del proceso, aunque a veces la carga de tareas pendientes me lleva a optar por lo más práctico: recurrir al congelador.
Reconozco que los roles dentro de nuestro hogar se han establecido casi naturalmente. Nunca he comprendido bien el funcionamiento de una lavadora ni tengo claro qué camisas pueden lavarse a ciertas temperaturas o cuándo es apropiado añadir suavizante. Mi esposa, en cambio, tiene pleno dominio sobre estas cuestiones. Así, la división del trabajo ha sido bastante sencilla y fluida.
Más allá de las Funciones Asignadas
Sin embargo, esto plantea una pregunta interesante: ¿realmente cumplimos funciones basadas únicamente en lo que «corresponde»? La respuesta no es tan simple como parece. Por ejemplo, cuando es necesario llevar el auto al taller, soy yo quien asume esa responsabilidad. No tengo conocimientos profundos sobre mecánica automotriz; sin embargo, parece natural para mí hacerlo.
En situaciones sociales también se evidencian estos roles implícitos: si un amigo viene a cenar y trae flores como obsequio, es mi esposa quien decide cuál jarrón utilizar y se encarga de colocarlas adecuadamente. esta dinámica no ha sido discutida abiertamente entre nosotros; simplemente fluye como parte del día a día sin cuestionamientos previos.
A menudo nos reímos ante los prejuicios subyacentes que surgen en estas interacciones cotidianas. Recientemente tuvimos una reunión vecinal donde uno de nuestros vecinos elogió las plantas exuberantes que adornan nuestra terraza y propuso que mi esposa se encargara del embellecimiento del área común con nuevas macetas (una tarea que ella logró evadir con gracia). Lo curioso es que él nunca supo que fui yo quien compró esas plantas.
El Trabajo Compartido y sus Matices
En términos laborales ambos trabajamos arduamente; quizás incluso demasiado para algunos estándares actuales. Sin embargo, puede haber diferencias sutiles definidas por factores biológicos (¿es inapropiado expresarlo así?). por ejemplo, cuando nacieron nuestros hijos ella solicitó licencias prolongadas para cuidarles mientras yo continué trabajando fuera del hogar. ¿Existen hombres dispuestos a tomar ese tiempo? Supongo que sí; sin embargo no conozco personalmente ninguno hasta ahora.
es curioso notar cómo ciertos aspectos aún me sorprenden pese a mis convicciones liberales: hay mujeres capaces de asar carne excepcionalmente bien —lo sé— pero verlas ensuciarse las manos con carbón me resulta extraño e incómodo para mí; como si quisiera protegerlas involuntariamente de algo desagradable o incómodo asociado al trabajo físico duro en la cocina o parrilla.
Quizás todos llevamos dentro algo por desmantelar o reconsiderar respecto a nuestras creencias tradicionales sobre género y roles familiares —a pesar del avance hacia nuevas perspectivas sociales— lo cual invita constantemente a reflexionar sobre nuestras propias actitudes preconcebidas.
Mantente Informado
Recibe directamente en tu correo electrónico todas las noticias relevantes junto con análisis e historias elaborados por nuestros periodistas especializados.
QUIERO RECIBIRLO